Una jornada de disfrute de la naturaleza, especialmente de la flora canaria, fue lo que vivimos la mañana del sábado, 11 de febrero, un grupo de 18 personas que participamos en la ruta naturalista «En busca del bicácaro perdido», una actividad organizada por la Asociación Bioagaete Cultural solidario.
La meteorología se alió en esta ocasión regalándole a los participantes, unas temperaturas frescas a primeras horas de la mañana y premiando con sus rayos de sol a las pocas horas, para disfrutar de la variedad de flores y plantas en su plenitud de colores.
El grupo de senderistas acogió con entusiamo las informaciones y anécdotas sobre flora canaria que, sabiamente, fue desgranando el profesor y botánico Peter Baur, quien compartió información sobre las cualidades botánicas de las plantas que se encontraban en los senderos transitados.
Para sorpresa de los senderistas, se cumplió ampliamente el objetivo de localizar bicácaros (Canarina canariensis), pues el sendero que unía El Sao al pago de Fagajesto se encontraba densamente tapizado con decenas de bicácaros que saludaban a los caminantes con sus llamativas campanas de tonalidades rojas y anaranjadas. Fueron las estrellas de la jornada ya que se convirtieron en el centro de los flashes del grupo de caminantes.
Tras llegar a la cota más alta de la ruta, acompañados por la densa bruma que refrescó los últimos metros del ascenso hacia Fagajesto, se emprendió el camino de regreso, visitando el poblado troglodita de El Hornillo, recientemente declarado patrimonio mundial de la Unesco, dentro del marco de Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria.
Tras un merecido descanso para comer algo y recuperar fuerzas, el grupo emprendió nuevamente el descenso hacia El Sao, disfrutando de la gran variedad de flora canaria que saludaba a los visitantes en sus veredas: veroles, vinagreras, tabaibas, salvias, bejeques morgalllanas, gamonas, flores de mayo, etc, y entre unas y otras las omnipresentes bicacareras, que parecían tintinear con sus coloridas campanillas al paso de los caminantes.
La llegada al Molino de Agua de El Sao, construido en 1913 y recientemente donado al ayuntamiento de Agaete, sirvió de excusa para que Paco Díaz, presidente de la Asociación Bioagaete Cultural Soldario, explicase el funcionamiento y la importancia de los molinos de agua en la tradición agraria del municipio, así como los motivos para que estos ingenios cayesen en desuso y fuesen abandonados.
Cansados por el largo camino recorrido, pero conscientes de haber disfrutado de un día único y pleno en la naturaleza, el grupo se despidió, degustando en sus memorias las bonitas estampas que les regaló la mañana naturalista buscando bicácaros perdidos en las montañas de Agaete.